En otra ocasión, el Joven Etsu habia tenido la oportunidad de volver a ir de entrenamiento a aquel sector poco poblado del puerto. Ya había estado una ves, pisando aquella arena blanquecina, pero esta ves iba a entrenar algo distinto. Su fuerza vital y física. Comenzó dando ligeros trotes a lo largo de toda la playa, ida y vuelta. A cada paso sentia como la arena lo hacía más pesado mientras las olas golpeaban sin cesar contra las rocas. Luego de aquello, salio de la playa y se escondio en un pequeño bosque, el cual era el lugar ideal para descansar. Se tendio allí y durmio plácidamente. Pasarón varias horas, y para cuando habia despertado ya estaba demasiado tarde para volver, y iba a anochecer, por suerte habia traido todos los suministros necesarios para hacer una fogata y un saco de dormir. Luego de recoger una buena cantidad de ramas secas y pasto, comenzó a encender el fuego, con ayuda de pedernal y acero.
Ya era cerca de media noche, cuando se levanto. Comenzaba a deambular por el bosque, un extraño sonambulismo, su chakra cambiaba constantemente, sus ojos se abrian dejandole a la luz de la luna un rojizo brillo. Tomo al animal o persona que se le cruzara primero. Era un conejo, lo persiguio con una velocidad sobrehumana hasta que lo atrapo. Lo miró, y comenzó a absorberle la fuerza vital y con ello su alma. Hasta que no quedo nada en aquel cuerpo, estaba vivo. Pero estaba vació. Lo lanzó lejos y luego volvio a la fogata para acostarse nuevamente.
Desperto algo adolorido y no había recordado nada de lo que sucedio esa noche, tranquilamente regreso a Kirigakure, aún sin saber, lo que yacía latente en su interior. Era parte de su clan, pero el todavía no sabia el poder que se iba despertando a la par con su entrenamiento en las diversas artes ninja.
Ya era cerca de media noche, cuando se levanto. Comenzaba a deambular por el bosque, un extraño sonambulismo, su chakra cambiaba constantemente, sus ojos se abrian dejandole a la luz de la luna un rojizo brillo. Tomo al animal o persona que se le cruzara primero. Era un conejo, lo persiguio con una velocidad sobrehumana hasta que lo atrapo. Lo miró, y comenzó a absorberle la fuerza vital y con ello su alma. Hasta que no quedo nada en aquel cuerpo, estaba vivo. Pero estaba vació. Lo lanzó lejos y luego volvio a la fogata para acostarse nuevamente.
Desperto algo adolorido y no había recordado nada de lo que sucedio esa noche, tranquilamente regreso a Kirigakure, aún sin saber, lo que yacía latente en su interior. Era parte de su clan, pero el todavía no sabia el poder que se iba despertando a la par con su entrenamiento en las diversas artes ninja.
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