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    Mensaje por Kenshimaru Dom Sep 30, 2012 3:38 am

    Había recibido instrucciones y las iba a seguir, estaba dispuesto a hacer actuar con la mayor contundencia posible; si había algo que verdaderamente le molestaba, eran los tipos que no se esforzaban realmente por conseguir algo, sino que tomaban las cosas de la manera fácil, sin trabajo.
    Revisó una vez más cual era el propósito de su misión, detalles, cosas esenciales, y sin más salió de su hogar en un lindero de un pequeño bosque que estaba dentro de la aldea y se aventuró fuera de esta en un carruaje que había alquilado en el centro de la ciudad. Sin uniforme, sólo un leotardo negro, amarrado con botones dorados, el cabello atado a una cola simple y unos pantalones grises, con unos zapatos del mismo color de la blusa. No parecía en ese momento un shinobi, sino un aldeano normal, y fuera de su tamaño y anchura descomunales, se veía como uno más del montón, alguien inofensivo. Llevaba también unos lentes de sol negros circulares y previendo una situación de combate el porta kunais con 10 unidades de dichas armas escondido en la cintura.
    Quería llegar al puerto principal del país del fuego, lugar donde confluían la mayor cantidad de extranjeros que se pudiera ver y donde habían todo tipo de personas.
    Estaba en una ciudad extremadamente populosa y como en todo lugar populoso de estas características, había en el un distrito donde vivían las personas de más bajos recursos, los marginados, personas que en gran cantidad de ocasiones se veían obligados a delinquir para poder llevar algo de comida a sus hogares o en ciertos casos lo hacían por mera curiosidad.
    No le llevó más de tres días llegar a la ciudad; cada que se alojaba en una posada hacía preguntas simples como…”¿Ha visto personas extrañas?”…o comentarios inocentes “Hay demasiados hombres con mal aspecto últimamente por los caminos de konoha”…esperaba reacciones y un día un hombre mencionó que había observado a un grupo de sujetos extraños que llevaban un carruaje tirado por cinco caballos robustos-¿Se imagina usted? Habrá sido una cosa extremadamente pesada la que llevaban…- El hombre dijo que uno de los que iba en el carro estaba borracho y decía en su inconsciencia que necesitaba beber el sake de la taberna de los cinco puntos…-Los cinco puntos…-Pensaba mientras se dirigía al puerto, sabía que aquel lugar era donde concurrían todos los pillastres imaginados en el país del fuego.
    Al llegar, el carruaje lo dejó justo en frente de la taberna; fuera, había un grupo de damas, si es que podían llamarse así, que le mostraban sus carnes y lo llamaban…-Ah…veamos que consigo…-Se dijo a si mismo, y sin temor alguno entro al sitio, dándole un sórdido golpe a la puerta, sin quitarse las gafas.
    Al ingresar, todos los presentes callaron la querella para observarlo. Había toda clase de hombres, patizambos, con la cara cortada y ojos saltones, otros de mirada astuta y criminal, otros sucios, otros hediondos, pero todos renegados, perseguidos en algún momento por la policía de la villa. Él los reconocía, pues en su vida como shinobi, aun teniendo 19 años de edad, había tenido experiencia con criminales, pues fue oficial un tiempo de la prisión de konoha y también de la policía de la ciudad cuando era chunnin.
    Un segundo después, lo ignoraron o eso aparentaron muchos y siguieron hablando de sus asuntos. Él, sabía que tenía que comportarse de la forma óptima para conseguir algo en dicho sitio, y con esta intensión se acercó a la barra y sacando de uno de los bolsillos una bolsita con los 100 ryus que tenía ahorrados, le dijo al hombre de piel oscura y mirada intimidante que era el barman-¡Señor!! Una botellita de sake por favor!- y sonrió. Automáticamente el hombre le dijo-Son cinco ryus…-Contestó el hombre con la voz ronca y él de buena gana se lo entregó, tomó la botellita con una copita que le dio el tipo y se dirigió a una mesa que estaba en el centro mismo del bar. Allí se sentó en un taburete y comenzó a beber y a escuchar.
    ¡Yo que te lo digo, Hamuko! ¡Yo que te lo digo! Ya no hay policías custodiando los caminos, algo pasa y tenemos que aprovecharnos…en estos días, el Primo dio el golpe de su vida…¡metal, jajajá! ¡Metal!-Escuchó, y de inmediato la situación le llamó la atención del shinobi que bebiéndose una copita más, miró hacia atrás y allí encontró a un sujeto pequeño, cabezón, rapado y con bigote que hablaba con otro flaco y con la nariz como un garfio-¡Hay que ir…! Esta noche podemos ir a hablar con el primo a que nos acesore!- mientras, el otro, con aspecto de idiota, asentía de tanto en tanto, con un brillo de emoción e los ojos.
    Bingo…!!-Pensó y se recline hacia atrás en el taburete. A sabiendas de que su peso era mucho más de lo que el banquillo podía soportar, dejó que este sólo apoyándose en sus dos patas traseras y sólo fue cuestión de segundos para que se rompiera. Abrió hábilmente la bolsa con monedas en su bolsillo y cayó de bruces en el suelo, regándolas, mientras todo el bar se detenía de nuevo a mirarlo, en especial los que hablaban del botín de metal obtenido por el supuesto Primo. El tabernero salió de la barra de inmediato gritando, molesto y le dijo al jounnin-Son cinco ryus más por el taburete y te largas ya mismo de esta mierda!.
    No tuvo de otra que pagar la suma, pero sabía que había llamado la atención de aquellos dos y en cualquier momento tendría resultados. Salió del antro y se fue caminando, yéndose a unos callejones en el lado este de los cinco puntos, hacia uno de los muelles, y tras unos minutos de caminata, por las desoladas veredas se dio cuenta de que no estaba solo…lo perseguían y sabia quienes. Antes de salir de la taberna se dio cuenta de como el hombre que hablaba del Primo le hacía una seña con la cabeza a Hamuko, apuntándole y efectivamente, ante una intersección entre cuatro callejones, Hamuko le cortó el paso…era flaco, pero casi tan alto como él y detrás, habló el otro, Youshiro se llamaba-¿A dónde tan afanado, muchacho…?- Y colocó la punta de un kunai en la costilla derecha de Kenshimaru-Si cooperas no te haremos daño…danos todo el dinero y vete en paz a tu linda ca…-Pero no pudo terminar, pues la figura del peliplateado había desaparecido delante de él. De un salto, lo había superado y antes de que pudiera reaccionar ya tenía el pie de quien pensaba asaltar en la cabeza, y tras impulsarse en ella, lo lanzó al piso de frente, con violencia por el apoyo de su peso.
    Hamuko no se quedó con las manos cruzadas y extrajo de sus bolsillos otro Kunai…parecía no saber como arrojarlo, más lo uso con una técnica pobre como puñal y se lanzó en ataque contra el Kagekyoso, que había caído, de pie y tranquilo a unos cuantos pasos de donde estaba Youshiro ahora tratando de recuperarse. Al llegar frente a Kenshimaru, tras una torpe carrera, lanzó unos cuantos cortes a su torso, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, toscos, informes, que el ninja evadió sólo retrocediendo, tranquilo, y sin más, para no perder tiempo, le lanzó un puñetazo contundente con la diestra a la larga nariz del bandido, dándole con tal potencia, que este salió despedido hacia atrás, luego del cruel sonido de su tabique rompiéndose ante la dureza de los nudillos del hombre. Cayó ahí, pues, largo a largo, noqueado, pálido y su compañero, que a penas se levantaba, recibió de nuevo una patada en la espalda, cayendo otra vez de boca pero esta vez con mayor fuerza…se rompió la nariz y la boca al chocar con tal violencia contra el asfalto.
    Kenshimaru se acercó…todo lo había hecho con tal calma que apenas si se había despeinado. Se inclinó hacia el hombre, lo volteó y le dijo…-Lo preguntaré una vez…¿Dónde está el primo?..- El ladrón le miró, con una expresión que cabía entre el miedo y el coraje-¡No dire una mierda!-Sin remordimiento, Kenshimaru que tenía al hombre sujeto por las solapas, le dio un cabezazo con la frente en la nariz, quebrando también su tabique-¡AH!-Exclamó el agraviado y el ninja preguntó de nuevo-Si quieres que eso sea lo único que te quiebre, me dirás…- pero no era lo único que quebraría aquella noche, también le quebraría el espíritu Youruchi-¡De acuerdo!...está en el muelle seis…con Otto, Meikari, Dahu y otro tio que no conozco…muelle seis, al este, sí, búscalo…pero no me mates...!!- Sin más, lo soltó, pero prestó atenció al kunai que el hombre había soltado después de la patada previa con el que lo derrotó.
    Se agachó, lo recogió y miró la firma del fabricante…coincidía con la del comerciante que habían asaltado en los caminos…-¿Te lo dio el “Primo”…?-El bandido sólo asintió, respirando, agitado. Siguió luego hacia el otro hombre, lo miró, aún estaba inconsciente…tomo el kunai que llevaba también, los guardó en sus bolsillos y salió del sitio aquel dirigiéndose a los cinco puntos, al centro…tenía la información que requería y ahora volvería a su aldea para entregarla.


      Fecha y hora actual: Dom Mayo 12, 2024 11:12 pm