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    Entre la furia y la tormenta (Entrenamiento)

    Kenshimaru
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    Mensaje por Kenshimaru Sáb Sep 29, 2012 2:43 pm

    Los vientos del sur se arremolinaban allí, al pie del bosque y él, parado en aquel claro del bosque, sólo esperaba por el momento preciso para comenzar con aquello que podría ser su fin. El entrenamiento que hacia unas cuantas semanas estuvo a punto de robarle la vida.
    Vestido como siempre, cerro los ojos, pero, de pronto, como si a causa de una epifanía fuera, un recuerdo llegó a su mente raudo como rayo.
    Estaba allí, parado ante un inmenso trono al final de una larga escalinata. Miró a su alrededor, su corazón comenzó a palpitar más rápido, sabía a donde lo habían trasladado el macabro mundo de los pensamientos. Pequeño, mínimo, yacía en el centro de lo que parecía una enorme arena dentro de un coliseo por demás grande. El trono parecía coronar toda aquella escena sacada de un cuento de terror. El cielo estaba negro, completamente nublado…el dios de la tempestad parecía tener ahí su nido y algo había desatado de pronto su furia; su furia que parecía pronta a caer sobre el de manera implacable. Un trueno lo hizo sobre saltarse…era en esa “realidad” un niño de apenas Seis años, vestido ante la intemperie de la montaña con un kimono roto, que de ser blanco pasó a ser de un color curtido e insano.
    El vaho que surgía de su boca y nariz se volatizaba rápidamente apenas salía, y con los ojos bien abiertos, seguía escrutando la estancia que parecía haber caído bajo la maldición de los años hacia tiempo—las estancias estaban rotas, los peldaños también, telas de araña llenaban los rincones.
    De pronto una figura saltó de la oscuridad impenetrable que había en una grada. Enorme, monstruosa por no darle otro adjetivo más adecuado, lo embistió con violencia y lo hizo volar a metros de su posición. Era un enorme tigre blanco, de rayas negras y ojos púrpuras que lo había empujado con sus patas delanteras y ahora estaba ahí, justo frente a él, mirándolo con soberbia y gravedad, mientras de sus fauces surgía un gruñido sordo-Que mierda…- Habló, como si de algo mágico se tratase y luego, con una voz que llenó todo el ambiente y lo hizo estremecer, gritó-¡LEVÁNTATE DEBILUCHO!-
    Él, apretó las mandíbulas. Sus sucios cabellos se batieron con el fuerte viento que azotó el lugar al momento del grito de la imponente criatura. Se le llenaron los ojos de lágrimas y aún así, apoyando las heridas palmas de sus manos se levantó con dificultad.
    ¿Cuántos años llevas aquí perdiendo el tiempo, pedazo de mierda?-Le preguntó la bestia…y el, con la voz pequeña y temblorosa contestó-..d-dos años, Fuashi-sama…-y el tigre contestó, mientras caminaba, rodeando al niño-…dos años…y aún no logras ni dar un puñetazo respetable…eres…alguien débil, Kenshimaru…desiste, huye a los brazos de tu madre a llorar y a que cure las yagas en tu cuerpo…-Las palabras, parecieron despertar algo dentro del niño y este, simplemente, se limitó a fruncir el ceño. De pronto, tres figuras extrañas, con forma humanoide, largas, altas, completamente blancas, sin rostro, pero que parecían tener orejas de felino, se aparecieron ante ellos.
    Las tres se acercaron, como fantasmas-¿Qué mierda esperas…¡Ataca!-El niño, aún con el ceño fruncido, aspiro hondamente y sin más, inclinando el cuerpo hacia delante, se lanzó hacia las tres figuras que se pusieron en guardia, esperándolo. Al estar relativamente cerca, llegó rápidamente y saltó hacia la primera, una que estaba al frente de todas; saltó impulsándose con la misma carrera, empuñando la mano derecha, retrasada, con respecto a la posición de su cuerpo, pero antes de llegar a impactar, la figura lo tomó en el aire, atrapándole el brazo izquierdo que tenía adelantado, y con el mismo movimiento brusco, se giró violentamente, lanzándolo por los aires. Él, de forma hábil, antes de caer al suelo, posicionó su cuerpo de manera óptima y cayó de pies, con las rodillas semi flexionadas, a unos metros de sus antagonistas –Bien, tigre hijo de puta…-pensó, mientras miraba de manera asesina a los espectros-…le daré una paliza a estos tres y después iré a por ti…te desmembraré, lo juro…- Y así, de improviso, agazapado, empezó a emplear los consejos de su maestro, Long, un joven kagekyoso, en cuanto al empleo del chakra y a la concentración.
    Respiró, adelantó el hemisferio izquierdo de su cuerpo, aún agachado, arrastrando su pie izquierdo, con dicha pierna estirada y la otra aún flexionada. Para entonces ya había retraído los dedos de sus manos, formando una especie de garra en ellas…respiró de nuevo…tanto fallar…tanto insulto…todos sus amigos lo había logrado…¿Por qué no el?...ahora esperó y las figuras se acercaron a su posición a velocidad media, en pos de atacarlo...aún así algo estaba cambiando…en sus ojos azules una luz brilló con fuerza, su estomago se estaba llenando de lo que parecía ser esa fuerza avasalladora que lo ayudaría a destruir murallas, de chakra…de pronto, el mencionado chakra pareció manifestarse fuera, en sus manos, y brillo blanco, puro y fuerte…tan pronto como sucedió, se percató de que los espectros habían llegado…uno, el que lo arrojó por los aires lanzó el primer golpe, pero era tarde, ya él se había movido, arrastrando los pies hacia delante…con la siniestra apartó el ataque de su enemigo, interceptando su muñeca y desviando su brazo con la palma de la mencionada mano y con la diestra lanzó lo que parecía ser un zarpazo a la zona abdominal de la víctima-¡Hadoken tora!-. Automáticamente, el “cosa” blanca voló a un lado, y se disipó en una nube de humo, y las otras tres hicieron lo mismo.
    Su corazón palpitó más rápidamente y su cuerpo tembló de manera intensa; con los ojos inyectados de sangre miró al tigre, que hacia lo propio-Ahora a ver si puedes hacer que tu piel sea si quiera un cuarto de lo resistente de la mia-Y a una orden de su cabeza, de las paredes del amurallado de en frente, aparecieron cuatro cañones o eso parecían, todos apuntándolo y sin mediar dispararon tres veces tres kunais…-Esto está mal…- Se dijo a si mismo, aun con aquella sensación de poder...-Hacia fuera, el chakra hacia afuera, e imaginar que me hago tan duro como el acero…eso es!-Pensó y entonces, todo esto en cuestión de segundos, relajó sus extremidades, abrió las manos y cerró los párpados, como meditando, he hizo lo que había conjugado en su mente. Se dejó llevar por el flujo indómito de su energía e hizo que esta se colara por sus poros y modificara la densidad de su dermis, endureciéndola de un modo notable…y así, para cuando llegaron los kunais, lo impactaron con violencia.
    Unos salieron despedidos, repelidos luego de un chispazo, al chocar contra el cuerpo del niño, más otros dos, uno en el brazo y otro en el abdomen, lograron penetrar, aunque no de forma profunda. Él no supo nada más, en ese entonces se había desmayado y ahora, en esta realidad, había vuelto del mundo de los recuerdos, de nuevo allí en Konoha….las seis de la tarde…pronto tenía que comenzar.
    Jutsus entrenados:


    Última edición por Kenshimaru el Sáb Sep 29, 2012 6:28 pm, editado 1 vez
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    Entre la furia y la tormenta (Entrenamiento) Empty Re: Entre la furia y la tormenta (Entrenamiento)

    Mensaje por Kenshimaru Sáb Sep 29, 2012 6:26 pm

    Diez años habían pasado desde aquella tarde en el trono de la tormenta. Diez años antes había estado ante los ojos de una criatura mítica que se movía en el aire, destruyéndolo todo a su paso.
    No había olvidado ni un segundo que pasó en aquella oscuridad. Frente a él, había ahora una figura diferente. Un hombre alto, robusto, de cabellos tan plateados como los suyos, vestido con el típico uniforme de los shinobi de rango jounnin o chunnin, pero con el chaleco del mismo color del suyo: un chaleco color plomo. Llevaba una pañoleta negra reteniéndole a medias la larga cabellera. Era visiblemente más corpulento y más adulto que él y en su rostro, no sólo estaba marcada la severidad y la experiencia, sino que también, en su mejilla izquierda, habían tres cicatrices, como un arañazo profundo, que recordaban los tiempos de viejas rencillas en su familia.
    -¿Terminaste de soñar, Kenshimaru?-El hombre estaba de brazos cruzados, mirándolo. El claro donde había llegado más temprano estaba completamente deformado. Había árboles destrozados…algunos incluso arrancados desde la raíz, cráteres en el suelo, polvo por todos lados y sin embargo, el enorme sujeto estaba allí, parado, con lo brazos cruzados y mirando al otro que ahora jadeaba.
    Tienes que intentarlo, muchacho…vamos…-Y sin más, formó una serie de sellos y dijo, con su voz gruesa, seria y profunda-¡Kage bushin no jutsu!- Y sin inconveniente alguno se replicó tres veces. Los tres clones aparecieron ante sí, tras una explosión y de inmediato salieron corriendo, en su contra.
    -¡Long-sensei, aún no estoy preparado!-Exclamó el muchacho, que estaba hacia un segundo, agachado, respirando con dificultad, pero al ver que los clones avanzaron, sin esperar, en su contra. Así, pues, él no tuvo de otra, sino que simplemente se levantó, colocándose en guardia de manera inmediata y aún con el chakra concentrado en cada extensión de su cuerpo, gritó, lanzando un puñetazo al aire-¡Hadoken tora: puño desolador de la montaña!-Y del mencionado puño, surgió lo que pareció ser una ola de chakra puro, blanco, que se transformó sin ningún inconveniente en la cabeza de un gran tigre que rugió, estremeciendo el bosque y que, cerrando las fauces en torno al torso de uno de los clones , sin remedio, lo que generó una explosión fortísima que se expandió por todo el campo, agitando la atmósfera, mientras los otros dos clones seguían corriendo.
    Él, joven chunnin, sabía lo que se avecinaba, y su maestro también conocía que era lo que el muchacho hacia en ese momento, así que retrocedió unos cuantos pasos, aun con de brazos cruzados.
    Apretó los puños, los kage bushin se acercaban más; cerro los ojos, respiró hondo y tan pronto como se supo listo, tensó todo su cuerpo y de forma violenta liberó prácticamente todo su chakra, dejando sólo reservas pequeñas de este, para no morir, en su interior...de hecho, allí radicaba la complejidad de la técnica que acababa de llevar a cabo, tenía que matar con ella o al menos inutilizar a su enemigo. Todo se hizo un resplandor blanco, Long entrecerró los párpados, el suelo se estremeció, no hubo ningún sonido, sólo piedras y escombros volando aquí y allá, y cuando la luz terminó, Kenshimaru estaba en medio de un cráter enorme y los clones habían desaparecido sin dejar rastro, había logrado su meta, sus ojos estaban aún abiertos, pero apagados, faltos de conciencia…sonrió y cayó de cara al suelo, inconsciente.
    Jutsus entrenados:


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